"Tengo el corazón en la garganta.
Lo resguardo como si estuviera hecho de cristal
y cada desilusión ha creado una grieta nueva.
Y no sé si una grieta más lo rompa sin arreglo.
Está lleno de orgullo de una mujer líder
con la verdad de Norte,
de un país que dejó atrás la polaridad,
con Dios siempre presente
y nuestros himnos nacionales sonando.
Asi que hoy,
asi ésta sea la grieta que me rompa la esperanza,
me mantengo firme por ti."
Crecí con mi familia yendo a marchas contra el Chavismo, mi madrina siempre con mensajes positivos, el humo de las enfrentaciones estudiantiles llegando a mi jardín y mi papá frustrado ante la oposición. Crecí con gaitas, tequeños, quince años, chicha, finca, arepa y playa. Pero también con miedo, con palabras como secuestro, robo, escaces e inflación en historias de seres queridos. Aunque debo confesar que mis papás hicieron lo mejor en crearme una burbuja. Yo sabía que mi vida no era la del resto del país. Y así, el que se quedaba hasta el final se fue yendo. Incluyendome a mí y a mi familia, en busca de seguridad y oportunidades de trabajo. No quería escribir estas palabras porque me siento una embustera. No soy 100% venezolana al no vivir allá. Pero si soy 100% yo. Y yo hoy tengo el corazón en la garganta. Por ti: por mis tíos hablando de lejos con sus hijos, por mis primos emprendedores, porque visitar a mi abuela no cueste millones y 500 vuelos, por mi sobrina de un año que empieza kinder, por esa pareja de novios chamitos que fuimos. Por que esta oportunidad sea la que nos acerce al potencial que todos vemos en nuestra hermosa Venezuela.
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